Yuliana Ángel 

Bueno hijo, ya es muy tarde y es hora de dormir, – mami, por favor no me dejes solo,  cuéntame algo que me haga soñar – claro que sí hijo mío. 

Hoy te contaré una historia que sucede en nuestra casa común. – ¿En nuestra casa común? – la verdad no entiendo, – ¡sí!, Toñito, te explicaré. Hace algunos años atrás, el papa  Francisco, junto con otros obispos y fieles se dieron en la tarea de escribir sobre los  problemas que se estaban presentando en nuestro amado planeta, la tierra, en donde  habitamos tú, yo y toda la humanidad. 

Pues bien, hace miles de años Dios creó esta hermosa casa en donde todos los seres  humanos vivimos con todo lo que él creó; montañas, pastos, vegetación frondosa, ríos,  mares, páramos, cascadas, lagos, valles y una infinidad de especies de animales, que han  ido desapareciendo para ser reemplazados por enormes construcciones, fábricas y  edificios. 

Al tiempo que iba leyendo estos escritos del papa Francisco, me acordaba hijo, del campo  en donde tu papá y yo nacimos, el clima en aquella época era delicioso, se podían ver los  rebaños, las garzas blancas, armadillos, jaguares, venados y un sinnúmero de especies las  cuales alcanzamos a disfrutar y también recuerdo las risas de tu hermana jugando por  entre los árboles, soñando algún día ser una gran doctora para salvar vidas, como ella lo  decía jocosamente.  

Pero al seguir leyendo, el papa Francisco nos dice que con el pasar del tiempo los seres  humanos se han dedicado a pensar en el beneficio económico y personal, lo que ha venido  desmejorando la calidad humana, el consumismo exagerado y nuestros estilos de vida han  afectado el clima, el aire y nuestra gran riqueza de supervivencia que es el agua,  generando en nuestra casa un gran depósito de basura. 

– ¿Mami, mami, porque yo ya no veo tanta vegetación, ni esos animales que tú me  nombras? Parece que me estuvieras describiendo un lugar desconocido.  

-Si hijo, tienes razón, algunos adultos se creen los dueños del mundo, como si fuéramos  amos y señores de las riquezas naturales, la fauna, hasta incluso se comercializan especies  que Dios creo como si fueran objetos, dándoles un valor comercial. 

Pero Toñito, en este estudio que el papa Francisco orientó y escribió, nos deja ver algo  más que se está perdiendo a la par que nuestros recursos naturales, y es la sociedad. – ¿A  qué te refieres madre? – mira hijo, a medida que pasa el tiempo las familias se están  desintegrando y junto con ellas los valores se van perdiendo; por ejemplo, la falta de  equidad entre ricos y pobres, el diálogo, la falta de tolerancia y el deseo de poder.  

Nosotros, antes de que tu nacieras, fuimos víctimas de la violencia, pues cuando vivíamos  en el campo con tu papá y tu hermana, una noche llegaron unos hombres armados y nos  amenazaron con quitarnos la vida si no les entregábamos nuestras tierras, de lo contario 

moriríamos, por esta razón viajamos hacia la ciudad, dejando allá, nuestro futuro y  felicidad.  

Al llegar a la ciudad, fue muy difícil muchas cosas nuevas y diferentes, parecíamos  hormigas al lado de grandes construcciones de cemento y aunque la ciudad nos ofrecía  una gran variedad de atractivos, nos invitaba a comprar y a consumir, pero el dinero  tampoco alcanzaba y el trabajo era escaso tanto para tu papá como para mí. Con el tiempo  logramos conseguir un trabajo que nos permitió sobrevivir; pero, una mañana el destino  nuevamente nos arrebató la tranquilidad. 

Pensamos que tu hermana podía salir a jugar frente a la casa con tus primos, pero llegó  allí un hombre en una camioneta grande y se llevó a tu hermana, la secuestró, le hizo  daño, le quitó la vida, aparentemente todo un profesional, con mucho estudio, dinero y  poder, pero sin lo más importante que un ser humano debe tener, dignidad y valores, nos  arrebató parte de nuestra vida. Así que después de que la justicia se encargó del caso y  puso a esta persona detrás de las rejas, nuevamente nuestras vidas tomaron otro rumbo y  fue volver al campo a donde otros familiares, quienes nos tendieron la mano y nos  ofrecieron ayuda, pues estábamos solos. 

Después de esta crisis, tuvimos el valor de seguir adelante a comenzar desde cero. Pero  como dice el papa Francisco en la encíclica, después de una crisis siempre debe haber un  cambio y si, después de un año de estar nuevamente en el campo y cultivar la tierra, naciste tú, un ser maravilloso, nos trajiste la alegría, las ganas de seguir unidos como  familia, porque es en la familia en donde se fundamentan los valores, nos trazamos un  nuevo proyecto de vida encaminado a luchar contra la injusticia, la violencia, la inequidad  y desigualdad. 

Recuerda que el papa Francisco nos invita a todos a cuidar de nuestra casa común, a que  las nuevas generaciones se sensibilicen, a enfrentarnos a las distintas crisis de una  sociedad golpeada por la violencia, la indiferencia, la explotación, al maltrato, injusticia  social, la desnutrición, el aborto y un sin fin de situaciones que nos afectan y nos  destruyen. Actualmente estamos enfrentados a otra crisis que es el covid 19, los  gobernantes, la ONU y otras organizaciones deben buscar invertir en investigación, para  mejorar la calidad humana. Recuerda hijo que la familia juega un papel muy importante  que es unir nuestras fuerzas, sembrar valores y la escuela también debe aportar una  enseñanza integral y justa encaminada a la igualdad, al amor, la unión y al trabajo en  equipo en beneficio de todos, en busca de sueños y esperanzas que jamás debemos perder. Sigue soñando por un mundo mejor, sin jamás perder la esperanza de vivir unidos  trabajando en busca del bien común y viviendo en una casa que todos debemos cuidar.  “Alabado seas mi señor por nuestra amada tierra, descansa hijo.