ASTRID S. PALACIOS 

Erase hace mucho tiempo, una familia muy unida a Dios, vivían en la provincia  Huaura en Lima, junto a sus hijos: Laura, María y Pedro. Su menor hijo era el más  inquieto de todos y le gustaba jugar mucho con sus amigos, pero de vez en cuando  tenía comportamientos no tan agradables para los padres y mucho menos para los  ojos de Dios. En cambio, sus hijas eran muy tranquilas les gustaba ir siempre a misa  y mucho más cuidar su pequeño jardín que tenían en la frontera de su casa. Sus  padres siempre las ponían de ejemplo sus hijas a Pedro, para que vea cómo se  comportan y como están más apagadas a Dios. Pero en cambio a él no le llamaba  la atención, mucho menos cuidar el medio ambiente ya que a él no le afecta en  nada. Sus padres al darse cuenta que seguía con esos comportamientos decidieron  ignorarlos con la esperanza de que cambie sus actitudes ya que siempre le  inculcaban buenos principios. 

Un día los padres se fueron a trabajar como habitualmente a su tienda de abarrotes  y como costumbre sus hijos los acompañaron. Ese día estuvieron trabajando hasta  muy tarde tratando de vender la mayoría de productos, pero en lugar que Pedro  este apoyando en la venta decidió irse a jugar con algunos amigos, los padres al  darse cuenta de ello fueron preocupados a buscarlo. 

Pasaron por varios puestos, pero nadie daba razón de Pedro. Los padres ya  estaban desesperados, ya no sabían en que otro lugar buscar y a quien preguntar,  la mayoría de vendedores ya no estaban, pero les quedaba la última opción, buscar  en la última esquina del mercado, y de sorpresa hay estaba Pedro, un poco  atemorizado al ver que sus padres llegando preocupados y temiendo a que le  gritaran frente a su amigo Pablo, que fue el único que quedaba. Momentos antes  ellos estaban jugando entre unos árboles quitándoles y maltratando sus pequeños  frutos y algunas hojas, como si no les importara la naturaleza, pero esto ya era  costumbre que haga eso con todas las plantas que encontraba, Pablo en esos  instantes se dio cuenta y le advirtió y pensaron en una excusa, pero aquello no  funciono. Su madre fue corriendo a abrazar a su hijo llorando a no parar.  

Pero en cambio su padre no tuvo la misma reacción, estaba molesto, y mucho más  al darse cuenta como había destruido él árbol. Pedro al darse cuenta de eso lo miro  con cara de temor y le dijo: 

– Padre lo siento no era mi intención, solo estábamos jugando… (dijo con voz entrecortada) 

Él padre al escucharlo recordó cuando hizo lo mismo hacia unas semanas atrás, pero prefirio no seguir con el tema y dirigirse a recoger todo e ir con su familia a su  casa.

Al llegar alla, el ambiente se puso tenso, los padres pidieron que sus hijas se vallan  a su habitacion y que los dejaran solos. 

La verdad Pedro ya estaba grande, es decir, ya no era un niño pequeño el cual es  conciente de sus actos y sabe muy bien que es lo que esta bien y mal, más aún  cuando se trata de maltratar la naturaleza. 

Sus padres luego de que sus hijas se dirigieran a sus cuartos se fueron a convensar  y tratando de ver las ideas de expresarse. Y en ese transcurso pasaron 20 minutos,  mientras que su hijo esperaba sentado en la sala. 

Llegaron a la sala, ellos estaban un poco indesisos pero ya debian de darle un alto  a estó. 

Primero comenzo el padre el cual era el que más rabia tenia al repetirle de nuevo lo  mismo cada vez: 

– Hijo, tú sabes que te queremos mucho pero ya no podemos seguir viviendo  con tus malas actitudes, tú más que nadie sabes que son incorrectas y no se  deben de realizar ya que Dios lo hizo con mucho amor, tratando de satisfacer  nuestras necesidades y de agradecimiento debemos cuidarlas. 

Ante eso su mamá respondio: 

– Asi es Pedro, no es la primera vez que lo haces, sabemos tambien que esta  mal compararte con tus hermanas, pero queremos que tomes su ejemplo de  actitudes y como están cerca a Dios. Sinceramente esperamos que cambies  tus actitudes ya que puedes causar un daño y nosotros como tus padres  estamos para corregirte y no tomar deciciones mucho más drasticas ya que  te estamos hablando de buenas maneras. 

Pedro al escuchar eso se puso un poco triste ya que no era su intención y la verdad  si queria ser como sus hermanas, estar mas cerca de Dios y seguir su ejemplo para  ser de su agrado a él. 

Y les respondio: 

– Perdonenme porfavor, en ningún momento fue mi intención y no pense antes  de actuar, les prometo que voy a tomar conciencia y no los volvere a asustar.  Ya se que Dios hizo todo lo que nos rodea con amor y por eso no debo de  arruidarlo más bien cuidarlo. 

( dijo temeroso) 

Sus padres al escucharlo se miraron mutuamente, pues les llamo la atención la  respuesta de su hijo ya que nunca se habia expresado de esa forma, por lo visto, ya se dio cuenta que estuvo mal lo que hizo. No les quedo de otra que irlo a abrazar  y decirle que Dios siempre va a estar hay para perdonarnos, pero que poco a poco 

debemos de cambiar nuestra forma de ser para agradarle ante sus ojos y por  supuesto debe hacercarse más a él. 

Desde ese momento sorprendentemente Pedro cambio, por lo visto a los ojos de  los padres ya que habia madurado en esos aspectos, y siempre cuando él veia que  alguno de sus amigos maltrataba las plantas él iba y le decia las razones por las  cuales no hacerlo. 

Pasaron semanas y Pedro cada vez se acercaba más a la iglesia, se comunicaba  mucho más con Dios y le hablaba de las buenas acciones que realizaba para cuidar  de nuestra naturaleza…