Stephanie Salinas Arce

Ricardo es un pequeño niño que siempre ha preferido estar en el campo con su abuela. 

Cada vacación era aún mejor para él, su emoción por jugar entre los campos, el bosque  y el río cada año crecía. 

Cuando su abuela enfermó, sus padres se mudaron ahí, Ricardo se dio cuenta de que  cuando no eran vacaciones aquel bello pueblo no brillaba tanto. 

Los niños al pasar por el puente, siempre tiraban basura hacía el río, y aquel lindo  bosque estaba comenzando a ser explotado por madera. 

Ricardo comenzó a limpiar lo que podía del río, les pidió ayuda a algunos compañeros y  amigos, pero todos se negaban con burla a aquel acto. 

Con el pasar de los años, el pequeño pueblo creció y con ello se tuvo que reducir las  áreas verdes preferidas de Ricardo. 

Ricardo quien ya no era un pequeño niño, plantó algunos árboles en su gran patio, y  siguió yendo juiciosamente al río, aunque le dijeran que hacía un esfuerzo inútil, él era  movido por algo más. 

Pero un día, algunos compañeros mayores que él, decidieron seguirlo, ellos ya se  burlaban constantemente de sus “actos ecologistas” lo encontraron dando de comer a un  pequeño gato, al parecer vivía debajo del nuevo puente. 

Uno de esos muchachos, asustó al pequeño animal y empujó a Ricardo, logrando que  caiga en el río. 

─ Estoy cansado de que los maestros digan que eres un ejemplo de persona, Ricardito,  ¿por qué te preocupas tanto? Vienes constantemente al río a recoger la basura, pero 

siempre pasa lo mismo. ─entonces sacó de su mochila una bolsa negra llena de basura,  y la rompió para que cayera todo lo que tenía en el río. 

Ricardo no se había levantado aún, sabía que intentar pelear no lo dejaría bien, en  especial si iba contra tres, resignado y sin poder aguantar más, lágrimas comenzaron a  deslizarse por sus mejillas. 

Los muchachos se rieron de él, y cuando disponían a irse, Ricardo, se levantó, aun con  aquellas lágrimas fluyendo de sus ojos y les dijo con esfuerzo de no gritar: ─ Solo porque te parezca tonto, o sin importancia, yo vendré aún, porque… amo este lugar, y  deseo que niños puedan ver algo especial aquí. 

No agregaron nada y solo se marcharon 

Ricardo se secó las lágrimas, y fue en busca de su mochila para sacar la bolsa de red que  usaba para recoger la basura, más no encontró la bolsa, ni su mochila, pensó que lo  solucionaría, pero ese día se sentía cansado. 

¿acaso aquellas palabras que soltaste antes eran solo fanfarronería? Se dijo a sí mismo. ─ No lo creo ─ le contestó una voz desconocida. 

Ricardo buscó sorprendido, a quien le respondió, pero no había nadie a simple vista. ─ Es aquí ─le dijo llamando su atención a sus pies. 

El gato que estaba alimentando hace unos días le hablaba. 

Ricardo pensó que cayó en la locura, pero después de pellizcarse por demás, el gato  lepidio que diera un paseo. 

Al caminar llegaron sin querer queriendo al pueblo, pero este se veía distinto, era casi  igual a cuando pasaba sus vacaciones hace años.

Aquel felino le explico, que después más personas decidieron plantar árboles en sus  casas y alrededores, aunque la población aumentaba aun, el rio era cuidado por distintos  grupos que se turnaban, había talleres donde te daban ideas para reciclar varias veces al  año. 

Ricardo pensó que todo eso era una fuerte alucinación real, en vez de que lo fuera el  hecho de que estuviera hablando con un gato en pleno siglo XXI. 

Ricardo le preguntó al gato si ese era el futuro, pero la respuesta era negativa, entonces  como estaban ahí, o porque podía hablar 

─ Yo solo soy un gato ─dijo el gato dando la vuelta para que regresen. ─ Lo sabía ─dijo decepcionado Ricardo 

─ Todo es posible mientras tú lo creas, porque no eres el único que quiere a esta tierra,  vamos mi buen amigo. 

─ Ricardo, Ricardo ─le despertó una de sus amigas, llamada Ruth. 

Ruth le explico que lo encontró dormido, junto a un gato desde hace un rato, entonces al  verlo tan cansado ella convenció a sus demás amigos para que la ayudaran a limpiar. 

Desde ese día, Ricardo ya no iba solo a realizar sus campañas solo, y desde aquel día  tuvo una nueva mascota. 

Por la noche antes de dormir, Ricardo le dijo a su gato somnoliento: 

─ Aunque ese lugar al que fuimos no sea un futuro, si hacemos algo por el bien de  nuestro hogar (tierra) sembraremos vida, ¿no es así?